“Sabemos que cuando no vinimos en 2003 rompimos su corazón, pero estamos aquí para repararlo”. Esa fue una de las tantas frases que dijo James Hetfield, vocalista, guitarrista y miembro fundador de la banda Heavy más importante de la historia. La gente aceptó sus disculpas en nombre de la banda y disfrutó de un concierto inolvidable.
El comienzo del show se demoró (estaba previsto para las 21:00) por los preparativos. El público comenzaba a impacientarse; el calor era difícil de soportar. Los colaboradores de la banda probaban una y otra vez los instrumentos, todo debía estar perfecto, y así fue. Cuando se apagaron las luces, comenzó a sonar The Ectasy Of Gold como punto de partida del recital. Luego apareció Lars Ulrich, baterista y miembro fundador y dio comienzo a un concierto que duró más de dos horas y cuyo tema de inicio fue nada menos que Creeping Death, del álbum Ride The Lightning.
Con Kirk Hammet en primera guitarra y Robert Trujillo en bajo se completa la formación. La mejor que tuvo Metallica en sus más de 25 años de trayectoria. Esto fue demostrado sobre el escenario, en donde los cuatro se lucieron permitiendo la ovación de la gente. Ulrich hizo olvidar las críticas a su batería en el disco anterior y demolió el pecho de todos los presentes que fueron testigos de los fabulosos solos de Hammet, de la habilidad con el bajo de Trujillo y de la polenta de Hetfield que tocó y cantó como en los viejos tiempos.
Hubo poco espacio entre tema y tema, lo que no daba lugar al descanso y no permitía la distracción. Los fuegos artificiales y las bombas que se podían escuchar y ver en la canción One ya son un clásico en sus recitales como también lo es el fuego que salió desde los costados del escenario y en el mismo también.
Luego de un par de despedidas, Hetfield, pidió al público “hacer historia y cantar como nunca lo han hecho”. Seek And Destroy lo ameritaba. Con esa canción cerraron un recital imposible de olvidar para todos los que fuimos. Una banda tan esperada por todo el público argentino fanático del género. Sin lugar a dudas, la más importante visita de la década.
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